En 2015, la Declaración de Montreal sobre áreas metropolitanas contribuyó al desarrollo urbano sostenible que recoge la Agenda 2030 y reconoció la importancia de las áreas metropolitanas para conseguirlo. Recogía las transformaciones necesarias para construir metrópolis solidarias, inclusivas y respetuosas con la biodiversidad y el patrimonio natural, cultural y paisajístico. Integraba, además, demandas como el derecho a la ciudad, la gobernanza metropolitana, una financiación justa o el reconocimiento de la diversidad.

La Nueva Agenda Urbana, aprobada en la conferencia de Naciones Unidas Hábitat III en 2016, planteó un cambio de paradigma basado en la ciencia de las ciudades y estableció estándares y principios para planificar, construir, desarrollar, gestionar y mejorar las áreas urbanas de acuerdo con los retos y desafíos políticos, sociales, económicos y ambientales.

El Área Metropolitana de Barcelona recogió el mandato de la Nueva Agenda Urbana y en 2018 celebró el congreso internacional Post-Hábitat III, dedicado a analizar los retos futuros de las metrópolis. En 2020, en el World Urban Forum, celebrado en Abu Dabi, se definió una estrategia conjunta con ONU-Habitat que dio lugar al Memorándum de entendimiento firmado entre esta agencia de las Naciones Unidas y el Área Metropolitana de Barcelona.

En 2022, en el , organizado por el AMB, se presentaron y debatieron posibles soluciones que diferentes metrópolis de todo el mundo están dando a las grandes amenazas y retos a los que se enfrentan. En un contexto mundial de urbanización y metropolización, las soluciones metropolitanas se configuran como estrategias conjuntas y políticas metropolitanas que ayudan a las metrópolis a avanzar hacia los objetivos de las agendas globales de desarrollo. Por otro lado, se postulan como respuestas innovadoras a los grandes desafíos metropolitanos y necesidades ciudadanas. Las soluciones metropolitanas deben permitirnos alcanzar los objetivos planteados a tiempo y de manera adecuada. Se trata de políticas o programas que (1) están conectados a la política y a los planes metropolitanos; (2) son multidimensionales (escala social, económica, comunitaria…); (3) son multiactor porque reúnen a los distintos agentes del territorio (públicos, privados y sin ánimo de lucro); (4) son multinivel (no son solo de escala metropolitana); (5) tienen carácter innovador; (6) están inspirados en los retos de las agendas globales de desarrollo, a los que dan respuesta; (7) contribuyen a la construcción urbana; (8) combinan un tipo de acciones que resultan de la suma de infraestructuras y programas y son evaluables para el conjunto de la población y de los territorios (son inclusivos para personas y ciudades); (9) están idealmente construidos con la participación de la ciudadanía y de los principales agentes, y (10) son adaptables y transferibles a otras metrópolis.

A pocos años del horizonte 2030, el Área de Internacional y de Cooperación del AMB sigue trabajando para que las áreas metropolitanas sean capaces de construir las complicidades necesarias para convertirse en actores políticos al servicio de la ciudadanía y alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 y de la Nueva Agenda Urbana. Así, junto con ONU-Habitat y un grupo de expertos del ámbito nacional e internacional, trabajamos en el debate, la definición, la caracterización, la identificación y la transferencia de soluciones metropolitanas de gestión y de acción que nos acerquen a los objetivos que plantean las agendas globales para hacer un mundo más justo en lo económico, más equitativo en lo social y sostenible en lo ambiental.